UNA ABERTURA EN LA OSCURIDAD

De una abertura

en la oscuridad

escamas de luces

con bordes deformados

expanden

redobles de tambor

que anuncian

el sonido melodioso

que respira solemne

y pesado y suave

confusamente se posa

en la garganta angustiada

de un río

que claro y profundo

empuja mis sentidos

a buscar inútilmente

el latido oculto

de mi corazón lejano.

En la playa en silencio tratando de escribir corriendo detrás de las olas que, como mis ideas, sin sentido ni cronología, se persiguien y se superponen.

Robando al aire los últimos presagios de sensación.

Una concatenación de hechos rápidos e imprevisibles con un final igualmente imprevisible: una pequeña, nueva presencia, valiosa pero sin relevancia aparente.

Miedos, dudas e incertidumbres en un vórtice de sensaciones e impulsos contradictorios temporalmente desaparecen con la fugaz llegada de un entusiasmo que se revela siempre precario.

Es el hábito que hace al monje.

Una desembocadura, una salida, tal vez también un pretexto o una ilusión con tal que llegue a tiempo.

RELÁMPAGO LEJANO

Una espada

en el costado

de la noche,

relámpago lejano

que tristemente

se calla

para siempre.

No te extingas,

devorado por la oscuridad

no me verás.

Cubierto por la nada

camino ya distante

y en silencio

apago

las últimas estrellas.

Todos los veranos vamos a la playa buscando la serenidad perdida en la arena del año pasado.

A veces, con terquedad, me empeño en querer escribir a pesar de todo cuando sería más compresivo leer lo que han escrito otros. Pero la obstinación es uno de esos defectos que el tiempo me ha hecho amar y que me obstino en mantener.