A menudo, propio por el temor de llegar a realizarla, la búsqueda de una huida permanece perennemente en estado embrionario.

Dos faros hipnotizadores me impulsaban hacia el Nirvana desconocido; luego, de golpe, entendí que era sólo la muerte y cambié dirección.

En este mundo de insensibilidad nos sucede que, envueltos en una aureola de indiferencia y de desinterés generales, nos sentimos invadidos por una sensación de invulnerabilidad placentera aunque si ilusoria.

No siempre distancias inmensas separan lo que es de lo que parece.

Aferrar un borde de luz y lograr dilatarlo hasta transformarlo en un pasaje del cual poder finalmente emerger de todo, dejando en la oscuridad los miedos y sus causas, aún sabiendo que hasta la mejor fuga no puede ser que momentánea, pero es la nuestra única, verdadera esperanza.

No es extraño que cada tanto el deseo de un cambiamento cualquiera se asome a la mente provocándonos velados y absurdos sentimientos de culpa.

HE LLEGADO

He llegado contigo
al valle de los conejos
he llegado contigo
al valle del herbaje blanco
he llegado contigo
al valle de los toros castrados
he llegado contigo
al valle de los números contrarios
he llegado contigo
al valle de las muletas roídas
he llegado contigo
al valle de los lechos a punta
he llegado contigo
al valle de las ocas mentirosas
he llegado contigo
al valle de las balanzas trucadas
he llegado contigo
al valle y me he quedado solo.
¿Y tú?
En la cima de un dedal
tal vez ríes

Si dos trenes corren por una misma vía pero en sentido opuesto, para evitar un choque existen las siguientes tres posibilidades: ambos se detienen, uno de ellos o ambos hacen marcha atrás, uno descarrila dejando la via libre al otro. Esta última posibilidad es sin dudas la mejor porque sólo en este caso un tren puede ir hacia adelante.
¿Pero y si luego el tren supérstite vuelve hacia atrás?

A menudo los recuerdos son remordimientos travestidos.

En la casa desierta la soledad se meterializa y, casi palpable, me hace compañía.