
Seguramente llegará el día en el que para mí será muy difícil vivir en este país ya sin raíces, donde el reflejo de mi imagen es una antítesis y donde mis amigos se hunden con felicidad. En este país angosto de fronteras provisorias, donde los hijos no sienten el viento del porvenir ni el orgullo de un pasado; donde las ambiciones tienen el paso corto y arrogante con limitaciones desconocidas. En este país donde el orgullo es ignorancia, donde los triunfos se regalan y los vencidos no saben que lo son, donde el presente es todavía futuro. Donde mi vecino no quiere reflejarse en otro lugar que no sea su mundo formado por pequeñas cosas, por grandes presunciones y por enormes tristezas, sin que se lo pueda ayudar.
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