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Nietzsche decía que el hombre es un guerrero y la mujer su descanso: un concepto que en su tiempo era aceptado y compartido porque significaba una convivencia sinérgica.
Hoy, lamentablemente, sobre todo en Occidente, los roles se han transformado hasta el punto de que podríamos definir al hombre un cobarde y a la mujer su ira, siempre en conflicto entre ellos.
Un conflicto que, si fuese irreversible, sería el inicio de una implosión dramática para toda la especie.