En tu rostro el placer de verme, entre tus labios un movimiento de espontaneidad, en tu mirada mil dulces pensamientos, pero, más allá del susurro del silencio, una sola palabra.

Al menos una vez en la vida, cada uno de nosotros ha buscado una nueva dimensión para darle un sentido a la existencia que se asemejara a lo satisfactorio.

Una fuga imprevista esperando que transforme en un recuerdo un amor que nunca ha nacido.

En un tiempo sin tiempo, niños diferentes e infelices, non encontramos y, a través de las sombras de un pasado transcurrido separados, abrimos un pasaje al presente en un abrazo al futuro.

Enfermarse. Enfermarse de tristeza, de soledad, de reflexión, de desolación, de vida, de amargura, de indiferencia, de ausencia, de absurdo, de monotonía, de depresión, de vacío, de inteligencia, de inutilidad, de hipocresía, de muerte, de dolor, de olvido, de sentimientos, de prejuicios, de incoherencia, de novedad, de recuerdos, de amor, de miedo, de relaciones, de coraje, de antigüedad, de infancia, para sentir tanto frío en el corazón.

Una nube de plumas multicolores se propagó en el aire dóndome la inesperada y angustiosa sensación de no poder respirar. Y mientras intentaba inspirar profundamente, grité y me desperté con la boca abierta.

Detrás del recodo del río la corriente es más fuerte y me absorbe en un vórtice que no es el mío. Pero un vórtice es un vórtice y no siempre las personas puede elegir el propio.

Ayer: un día ya lejano del que me acuerdo sólo el sabor…

Hoy la atmósfera del domingo tiene matices diferentes. Está cubierta por un miedo menos irreal e impalpable que de costumbre y así la siento más extraña y más hostil.

Una sonrisa dulce y sincera, sin máscaras ni insinuaciones, me ha hecho recordar no se bien qué cosa. Tal vez los simples juegos infantiles, hechos de muecas y tímidas señas, espontáneos y sin hipocresías, pero llenos de un temor extraño porque nuevo y cargado de promesas destinadas a ser destruidas sin piedad por el tiempo.