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lui

LÍMITE

Un redondel rojo
se ha abierto
y los discos de oro
continuan a caer
tintineando
en la albombra
de alabastro.
Un rayo lleno
de polvillo nítido
expande la luz
de la lámpara fluorescente.
Los ojos redondos
quedan inmóviles
fijando
desde arriba de la cúpula
la agonía del turón.
La columna central
está agrietada.
Las otras no existen.
A lo lejos
un prado verde
espera
atardeceres imposibles.
Y nosotros
hablamos de salarios.