EL EXTRANJERO
Los ojos apagados
miraban
a lo lejos.
Grietas
en el lago de asfalto
pero
la noche de plata
guiaba
sus pasos de sombra.
Un viajero cojo
es siempre extranjero.
Han cerrado
la prisión de los muertos.
Han entendido
manojos de palabras
con estratos
de rústicos ladrillos.
El Cristo
conoce
las pesadillas de la iglesia
miedo
de abismos restaurados
alambrados territoriales que
dan derecho a los viles.
Ahora
una vez cumplido el último paso
no hay más grietas
el asfalto ha desaparecido.
Te damos como regalo
un puñado
de tierra en la boca.