
En la relación afectiva que existe entre dos personas, hay un solo elemento esencial: el instante.
Todo el resto, incluida la persona misma, no son otra cosa que instrumentos mediante los cuales el instante viene vivido. Ambos se pueden olvidar pero, mientras la primera pertenece sólo a sí misma, el segundo es y permanece nuestro para siempre.
Sólo el instante puede pertenecernos verdaderamente aún en el recuerdo y en el recuerdo perpetuarse en fragmentos de sensaciones.