ARRIBO
El ojo se ha detenido
en un cuadro de cielo.
El reloj infantil
ha detenido las esferas
en la hora nocturna
cambiando color
a la cascada de los lirios.
Y ahora
también el perfume
tiene el sabor de los lamentos.
Los gritos filiformes de las
estrellas fugaces
buscando el brazo
mi aprietan la garganta
como boas coloreadas.
El arribo a la playa
de los contrastes
será un número del calendario
trazado sobre las líneas
de un dolor
que se está coagulando.
La casa de campo de los viejos
donde la mirada
vagava lejos
en mil fuentes redondas
en mil cojines de seda
se ha disuelto
en una nube ensordecedora
de gritos de lobos.
Un grumo de sangre
un margen de compensaciones erróneas
aún una breve distracción
durante la prisión
y luego
el último parpadeo.