Las diversas estructuraciones de la civilidad han dado a una vida primordial basada en la supervivencia, la sensación de la existencia.

El triunfo definitivo del bien sobre el mal o viceversa es imposible, porque ambos existen en nosotros en proporciones iguales; por lo tanto, la victoria de los dos significaría el fin de la humanidad.

El pesimismo es una especie de defensa que trata de mitigar el impacto doloroso de la desilusión.

La mentira puede ser justificada solamente por la necesidad de omitir una tragedia con la intención de evitar otra más o cuando se siente  movidos por la constricción que induce a la legítima defensa.

La caridad nunca nace de un impulso natural y espontáneo sino de la necesidad inconsciente de aliviar nuestro sentimiento de culpa y también de un sugestivo proceso de identificación.

Cuando una comunidad de individuos supera un cierto número de miembros, se transforma ella misma en un individuo.

Con el pasar del tiempo, la sexualidad ha ido perdiendo su función primaria que era siempre la de la procrear, acompañada del satisfactorio ingrediente del placer físico. Actualmente, la constatación que la finalidad primaria sea casi exclusivamente la del placer físico, a veces acompañado de un deseo de procreación, siempre menos consciente y emocionante, nos está conduciendo hacia un período histórico pleno de egoísmo y despojado de ética, que nos cambiará radicalmente. De hecho, el resultado de este proceso será la desaparición de nuestra civilidad, almenos de aquella que algunos de nosotros desean perpetuar.

La belleza es un canon ficticio que exalta lo que está más en sintonía con nuestros sentidos, que se han formado a través de estímulos primordiales, por lo tanto, ellos tienen la función de satisfacer nuestro instinto de supervivencia.

Colores: reclamos cerebrales para distinguir mejor lo que nos atrae, aunque si a menudo esconde una insidia.

Sabores: reclamos cerebrales para distinguir lo nocivo de lo bueno, aunque si no siempre han podido evitar que alguien si sentise atraido por un veneno con un buen sabor.